Monacita

Uno de los condicionantes principales para el desarrollo de proyectos mineros está relacionado con la declaración del impacto medioambiental de su actividad. En ocasiones se dedican de forma infructuosa recursos importantes, de tiempo y económicos, a la puesta en marcha de estos proyectos que termina fracasando por tratar de desarrollarse en zonas donde no son compatibles con la protección medioambiental.

La anticipación es una buena estrategia tanto para evitar iniciar proyectos condenados al fracaso como para seleccionar las opciones más favorables, entre las disponibles, para el desarrollo minero.  En ese sentido, disponer de información medioambiental georreferenciada, con suficiente nivel de detalle y basada en criterios expertos puede ser de gran utilidad para definir la sensibilidad medioambiental de un territorio desde el punto de vista de potenciales proyectos mineros. 

En esa línea, algunos  primeros intentos de las administraciones para la zonificación medioambiental dirigida principalmente a definir  de forma anticipada la sensibilidad ambiental del territorio para la instalación de proyectos de energías renovables (zonas no compatibles, zonas de compatibilidad condicionada, zonas compatibles) han recibido importante críticas tanto de empresas como de expertos, por sus criterios de ponderación de variables, la heterogeneidad  de las clasificaciones o la incorporación de criterios generales poco respaldados en evidencias científicas. Esto ha llevado no solo a cuestionar su utilidad (en ningún caso exime de la necesidad de realizar estudios de detalle sobre el terreno) sino en algún caso incluso a retirar las herramientas de zonificación.

Sin embargo, la idea de anticipación y las iniciativas de zonificación medioambiental realizadas con criterios expertos son herramientas muy útiles para abordar de forma eficaz tanto potenciales desarrollos mineros como de otro tipo. 

Cabe señalar que España es uno de los países con una mayor biodiversidad de la Comunidad Europea, siendo clave en la conservación de ciertas especies de distribución restringida o exclusiva en nuestro país (lince ibérico, aves esteparias, etc…), lo cual recalca el interés de conservación de una gran parte del territorio. Esto también se refleja en la existencia de una notable superficie catalogada dentro de diferentes figuras de proyección (espacios naturales protegidos autonómicos o nacionales, Red Natura 2000), cuyos planes de ordenación, uso y gestión limitan o impiden el desarrollo de muchas actividades, entre las que se incluyen las mineras.

Más aún, muchas especies o elementos de interés de conservación, para las cuales la normativa nacional o europea exige una protección estricta, habitan fuera de estos espacios catalogados (como ocurre con muchas aves esteparias), y no es fácil acceder a la información de detalle sobre su distribución, ya sea porque no están disponibles públicamente; porque la Administración no dispone de los datos, o no los plasma adecuadamente en la información proporcionada cuando se realizan peticiones formales de información (por ejemplo, en el marco de un procedimiento de evaluación de impacto ambiental).

Por lo tanto, de cara a la planificación de los proyectos, es fundamental contar con un análisis preliminar de la potencialidad del territorio para aquellos elementos de interés ambiental que puedan comprometer la viabilidad de los proyectos, de cara a seleccionar las mejores ubicaciones posibles, antes de comenzar a evaluar alternativas y a desarrollar los proyectos en detalle.

Se parte de gran parte de la información para abordar el reto es información pública disponible, como el inventario español de especies terrestres (IEET) del MITERD, los planes de gestión de especies, espacios naturales protegidos, patrimonio histórico, montes públicos, suelo urbano, etc. Esta información suele estar disponible a gran escala (cuadrículas UTM de 10 km de lado, cartografía a escala nacional o regional, etc…).

No obstante, esta información de partida es necesario tratarla e interpretarla con criterio experto para convertirla en conocimiento útil al propósito buscado y poder trasladarla a escalas de mayor detalle, que ayuden a la definición de las zonas potenciales de proyecto, por ejemplo, en aquellas áreas con potencial geológico. Esta información de más detalle, habitualmente no disponible de forma inmediata, pero es imprescindible no solo para poder evaluar en fases iniciales la viabilidad o los riesgos de tramitación de los proyectos, sino también para focalizar los trabajos de campo y de línea base que serán más adecuados en las fases posteriores de definición y tramitación de los mismos (por ejemplo, para una buena definición del plan de explotación, del diseño del proyecto, para una adecuada evaluación del impacto ambiental del mismo…).

Por lo tanto, en un segundo paso es necesario incorporar modelos probabilísticos de riesgo basados en la correlación de variables asociadas a la sensibilidad de los hábitats y las especies ante el impacto de este tipo de proyectos. De esta manera será posible definir, protocolos de actuación y modelos de idoneidad de hábitat o probabilidad de ocurrencia de elementos de interés para la gestión eficiente del riesgo medioambiental de los proyectos antes de iniciar procesos complejos y/o desembolsos importantes (definición de los proyectos, elaboración de la línea base…).